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miércoles, febrero 24, 2010



"Volátil"

A veces, cuando vienes,
(Porque solo vienes a veces),
Crecen campos de cipreses
en mis dedos de minero.
Llegan vientos y aguaceros,
a mis tiempos teñidos de quietud.

Bajas, con tu sexo dispuesto,
que es el clavo de mi cruz,
como aquél que le dio a Jesús
la honra de morir sin culpa.

A veces, cuando vienes,
desandando las penumbras,
a tus pasos se vislumbran
debilidades en mis sienes,
y recorro los vaivenes
que estremecen tu contorno,
cosechando en lo mas hondo,
las regiones etéreas de tu vientre.

Mujer, cuando tu obtienes,
hasta la última gota de mi sangre,
te vas, como un enjambre
de horizontes saciados de rocíos,
dejando dentro mío
la cera derretida del deseo,
la comparsa inadvertida de la vida,
el carnaval de una noche en mausoleo.

Mujer, cuando te vas,
cuando surcas el aire con tu vuelo,
Yo me quedo como un rezo,
suspendido en los labios de tu beso.
Desangrando como Cristo,
crucificado en el silencio.
Y te siento como a Judas
y te perdono como a Pedro,
y me recuesto en la cruz
para esperar tu regreso.


"Volátil II"

Cuando en mi cavilar conjuras,
ferviente y trémulo deseo,
al llegar a tu apogeo,
extasiado de delirios,
y profanas dentro mío
con rituales de leteo.

Cuando emigrar te veo
detrás del jubileo,
¡Increíble y soberana creación!
adueñarte de mi incierta obcecación
sin el mínimo rodeo.

Cuando viertes la sátira de un beso,
exponiendo a la falange tu acción,
me escala por el alma la aflicción
de saber que no todo es verdadero.

Que a la luz de tus ojos y mi anhelo
crecen hierbas que murmuran la traición,
como musgos trepados a la piedra
buscando en el flagelo de su acción,
sobrevivir a las trampas de la vida,
masticando su alimento en la pasión.

Cuando, obrera, fantástica te alzas,
flameante tu sonrisa
en el mástil invisible del amor,
y fabricas ironías
en mi cuerpo mancillado de perdón.

Cuando busco sin razón
las cadenas que a tu alma hoy me lían,
olvidando en la herejía
de tus senos, mi ausente dignidad.
Sobreviene la ansiedad
de verte ardiendo entre mis leños,
como un pinar pequeño
de los bosque inmensos de mi amar.

Cuando... otra vez, te vas,
con tus rabos de Satán
y tus coronas de princesa,
siento que la cruz me pesa
sobre los hombros heridos,
y me recuesto una vez mas,
sin mirar otro camino
que lo agrio y dulce de mi pena,
a esperar como el Quijote a su ausente Dulcinea,
como espera Romeo a su amada Julieta,
o quizá, como Cristo... a María Magdalena.


"Volátil III"

Echado ya de las fases de la luna;
en los cierres cortos de tu falda mido
la distancia larga del mortal olvido.

He volteado un verbo... y también un adjetivo,
para morder mi boca sin ningún testigo.
para no alimentar estas historias locas
cuando volátil eres, etérea, en mi destino.

Labio cruel de velos sostenidos
manantial discreto que desangra el grito,
en la callada escena que enaltece el mito,
tu vocación de hembra, es un beso encinto.

Nacida apenas, de mi carne triste
de un carmín de Biblia con su pecho herido,
fundada en actas en la cual escribo
con mi sangre oscura de banal estilo.

Áurea polvorienta tu consciencia ha sido
embriagando rasos para mi, malditos.
en el mar con fuerza tu genial libido
mi condena ciega, la cruz de mi castigo.
Corazón inmoral, río manso, pastizal de trigo,
cuan ausente de mi reino, tu hueco castillo frío,
vana materia de elevadas causas
rama que cuelga, malabar de nidos.

Aún lates en mis venas
aún por ti, desangrado existo.
Sombra y luz de cada aurora,
Magdalena negra... coronado cristo.


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