martes, julio 31, 2012
Españoles:
el llanto es nuestro
y la tragedia también,
como el agua y el trueno de las nubes.
Se ha muerto un pueblo
pero no se ha muerto el hombre.
Porque aún existe el llanto,
el hombre está aquí en pie,
en pie con su congoja al hombro,
con su congoja antigua, original y eterna,
con su tesoro infinito
para comprar el misterio del mundo,
el silencio de los dioses
y el reino de la luz.
Toda la luz de la tierra
la verá un día el hombre
por la ventana de una lágrima...
Españoles,
españoles del éxodo y del llanto:
levantad la cabeza
y no me miréis con ceño
porque yo no soy el que canta la destrucción
sino la esperanza.
el llanto es nuestro
y la tragedia también,
como el agua y el trueno de las nubes.
Se ha muerto un pueblo
pero no se ha muerto el hombre.
Porque aún existe el llanto,
el hombre está aquí en pie,
en pie con su congoja al hombro,
con su congoja antigua, original y eterna,
con su tesoro infinito
para comprar el misterio del mundo,
el silencio de los dioses
y el reino de la luz.
Toda la luz de la tierra
la verá un día el hombre
por la ventana de una lágrima...
Españoles,
españoles del éxodo y del llanto:
levantad la cabeza
y no me miréis con ceño
porque yo no soy el que canta la destrucción
sino la esperanza.
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El llanto es nuestro
León Felipe
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León Felipe. El llanto es nuestro
lunes, julio 30, 2012
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Jorge Bucay. La ceremonia del te
domingo, julio 15, 2012
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Artista del mes...
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Autorretrato, 1881-1882
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Edvard Munch
Løten (Noruega) 1863 - Ekely (Noruega) 1944
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Tía Karen en la mecedora, 1883
Mañana, 1884
Primavera, 1889
Atardecer en la calle Karl Johan, 1892
En el lecho de muerte (Fiebre), 1893
Luz de la luna, 1893
Cenizas, 1894
Las tres etapas de la mujer (Esfinge), 1894
Ojo en ojo, 1894
Madonna, 1894
La voz (Noche de verano), 1896
Hombre y mujer, 1905
Nieve en el camino, 1906
El grito, 1910
Desnudo, 1913
El arista y su modelo, 1919
Noche estrellada, 1922-1924
Autorretrato con la mano bajo la mejilla
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Munch Edvard
martes, julio 10, 2012
Gustave Moreau. Safo en Leucadia
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¡Tú que te sientas en trono resplandeciente,
inmortal Afrodita!
¡Hija de Zeus, sabia en las artes de amor, te suplico,
augusta diosa, no consientas que, en el dolor,
perezca mi alma!
Desciende a mis plegarias, como viniste otra vez,
dejando el palacio paterno, en tu carro de áureos atalajes.
Tus lindos gorriones te bajaron desde el cielo,
a través de los aires agitados por el precipitado batir de sus alas.
Una vez junto a mí, ¡oh diosa!, sonrientes tus labios inmortales,
preguntaste por qué te llamaba, qué pena tenía,
qué nuevo deseo agitaba mi pecho,
y a quién pretendía sujetar con los lazos de mi amor.
Safo, me dijiste, ¿quién se atreve a injuriarte?
Si te rehuye, pronto te ha de buscar;
si rehúsa tus obsequios, pronto te los ofrecerá él mismo.
Si ahora no te ama, te amará hasta cuando no lo desees.
¡Ven a mí ahora también, líbrame de mis crueles tormentos!
¡Cumple los deseos de mi corazón, no me rehuses tu
ayuda todopoderosa!
inmortal Afrodita!
¡Hija de Zeus, sabia en las artes de amor, te suplico,
augusta diosa, no consientas que, en el dolor,
perezca mi alma!
Desciende a mis plegarias, como viniste otra vez,
dejando el palacio paterno, en tu carro de áureos atalajes.
Tus lindos gorriones te bajaron desde el cielo,
a través de los aires agitados por el precipitado batir de sus alas.
Una vez junto a mí, ¡oh diosa!, sonrientes tus labios inmortales,
preguntaste por qué te llamaba, qué pena tenía,
qué nuevo deseo agitaba mi pecho,
y a quién pretendía sujetar con los lazos de mi amor.
Safo, me dijiste, ¿quién se atreve a injuriarte?
Si te rehuye, pronto te ha de buscar;
si rehúsa tus obsequios, pronto te los ofrecerá él mismo.
Si ahora no te ama, te amará hasta cuando no lo desees.
¡Ven a mí ahora también, líbrame de mis crueles tormentos!
¡Cumple los deseos de mi corazón, no me rehuses tu
ayuda todopoderosa!
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Oda a Afrodita
Safo
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Safo. Oda a Afrodita
lunes, julio 09, 2012
Pompeya, siglo I d.C
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El rapto de Europa
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Biblos, siglo III d.C
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El caprichoso dios Zeus, Júpiter en la mitología romana, enamorado de la princesa fenicia Europa se transformó esta vez en un toro blanco con el propósito de seducirla para después raptarla.
Europa, descendiente de la princesa transformada en una ternera Ío, se encontraba con su séquito junto a la playa recogiendo flores cuando vio al hermoso toro blanco mezclado en la manada de su padre. Se acercó a él para acariciarlo y viendo que era manso se subió en su lomo, momento en el que Zeus aprovecha para salir corriendo hacia el mar y nadando con ella sobre él llegar a la isla de Creta donde le revela a la princesa su auténtica identidad.
Bajo un platanero la posee naciendo de esta unión tres hijos llamados Minos, Radamantis y Sarpedón y cuenta la leyenda que desde entonces el árbol cuyo fruto es el plátano es de hoja perenne.
Antes de su regreso al Olimpo, Zeus le dio a Europa tres regalos: Talos, un autómata de bronce que guardaba las costas de Creta contra todo desembarco extranjero. Laelaps, un perro que nunca soltaba a su presa y una jabalina que nunca erraba.
Tras desposar a Europa con el rey de Creta Asterión que adoptó a los hijos nacidos del dios y convertirla en Reina de Creta, Zeus recrea en el firmamento la forma de un toro blanco, creando a la que en la actualidad se conoce como la Constelación de Tauro.
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Jean Cousin el Viejo. El rapto de Europa, 1550
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Tiziano. El rapto de Europa, 1560-1562
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Paolo Veronés. El rapto de Europa, 1580
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Peter Paul Rubens. El rapto de Europa, 1628-1629
* Copiado por Rubens en Madrid en 1628, en su segunda visita a España
del original que Tiziano había hecho para Felipe II
* Copiado por Rubens en Madrid en 1628, en su segunda visita a España
del original que Tiziano había hecho para Felipe II
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Rembrandt. El rapto de Europa, 1632
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Peter Paul Rubens. El rapto de Europa, 1636
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Guido Cagnacci. El rapto de Europa
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Giovanni Battista Tiepolo. El rapto de Europa, 1725
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Francesco Zuccarelli. El rapto de Europa, *detalle
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Gustave Moreau. El rapto de Europa, 1869
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Henri Matisse. El rapto de Europa, 1929
Fernando Botero. El rapto de Europa
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Alexander Sigov. El rapto de Europa
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Júpiter y Europa
*fragmento
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Ninguna amenaza en su frente, ni formidable su luz:
paz su rostro tiene. Se admira de Agenor la nacida
porque tan hermoso, porque combate ninguno amenace,
pero aunque tuvo miedo de tocarlo, manso, a lo primero,
pronto se acerca y flores a su cándida boca le extiende.
Se goza el amante, y mientras llegue el esperado placer,
besos da a sus manos; apenas ya, apenas el resto difiere,
y ahora al lado juega y salta en la verde hierba,
ahora su costado níveo en las bermejas arenas depone.
Y poco a poco, el miedo quitado, ora sus pechos le presta
para que con su virgínea mano lo palme, ora los cuernos, para que guirnaldas
los impidan nuevas. Se atrevió también la regia virgen,
ignorante de a quién montaba, en la espalda sentarse del toro:
cuando el dios, de la tierra y del seco litoral, insensiblemente,
las falsas plantas de sus pies a lo primero pone en las ondas;
de allí se va más lejos, y por las superficies de mitad del ponto
se lleva su botín. Se asusta ella y, arrancada a su litoral abandonado,
vuelve a él sus ojos, y con la diestra un cuerno tiene, la otra al dorso
impuesta está; trémulas ondulan con la brisa sus ropas.
paz su rostro tiene. Se admira de Agenor la nacida
porque tan hermoso, porque combate ninguno amenace,
pero aunque tuvo miedo de tocarlo, manso, a lo primero,
pronto se acerca y flores a su cándida boca le extiende.
Se goza el amante, y mientras llegue el esperado placer,
besos da a sus manos; apenas ya, apenas el resto difiere,
y ahora al lado juega y salta en la verde hierba,
ahora su costado níveo en las bermejas arenas depone.
Y poco a poco, el miedo quitado, ora sus pechos le presta
para que con su virgínea mano lo palme, ora los cuernos, para que guirnaldas
los impidan nuevas. Se atrevió también la regia virgen,
ignorante de a quién montaba, en la espalda sentarse del toro:
cuando el dios, de la tierra y del seco litoral, insensiblemente,
las falsas plantas de sus pies a lo primero pone en las ondas;
de allí se va más lejos, y por las superficies de mitad del ponto
se lleva su botín. Se asusta ella y, arrancada a su litoral abandonado,
vuelve a él sus ojos, y con la diestra un cuerno tiene, la otra al dorso
impuesta está; trémulas ondulan con la brisa sus ropas.
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Las Metamorfosis
Libro II
Ovidio
.Ovidio
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El rapto de Europa
viernes, julio 06, 2012
jueves, julio 05, 2012
martes, julio 03, 2012
René Magritte. Los amantes, 1928
Donde quiera en las noches
se abrirá una ventana
O una puerta cualquiera
de una calle lejana.
No importa donde o cuando...
puede ser donde quiera
Ni menos en otoño,
ni más en primavera.
Y hoy igual que mañana,
mañana igual que ayer
Un hombre enloquecido
besará una mujer.
Tal vez nadie lo sepa...
Como tal vez un día
Todos irán sabiendo
lo que nadie sabía.
Y para los amantes
su amor desesperado
Podrá ser un delito...
pero nunca un pecado.
Por eso el amor pasa
por las calles desiertas
Y es como un viento loco
que quiere abrir las puertas
Bien saben los amantes
que hay caricias que son
No una simple caricia
sino una posesión.
Y que un beso... uno solo
puede más que el olvido
Si se juntan dos bocas
en un beso prohibido.
No, un gran amor no es grande
por lo mucho que dura
Si se parece a un árbol
reseco en la llanura.
Y los amantes saben,
que sin querer siquiera
Hay un amor que crece
como una enredadera
Es natural que el agua
de un estanque sombrío
Sueñe en sus largas noches
con el viaje de un río.
Y si por algo es triste
la lluvia que no llueve
Será porque es la lluvia
condenada a ser nieve.
Es natural que un día
comprendan los amantes
Que no hay nunca sin siempre...
que no hay después sin antes.
Y así brota en el alma
la rebelión de un sueño
Que es como un perro arisco
que le gruñe a su dueño.
El amor... esa estrella
de una sombra infinita
Aunque muera cien veces...
cien veces resucita
Y suele ser un niño
de manos milagrosas
Que rompe las cadenas
y hace nacer las rosas.
Ya no habrá días turbios...
ya no habrá noches malas
Si hay un amor secreto
que nos presta sus alas.
Y el corazón renace
con renovada fe
Igual que los rosales...
que no saben por qué.
Donde quiera en las noches,
puede abrirse una puerta
Pero... tan suavemente
que nadie se despierta
Puede ser en otoño...
puede ser en verano
Tanto un amor tardío...
como un amor temprano.
Una mujer... un hombre...
y un oscuro aposento
Y allá afuera en la calle...
sigue pasando el viento.
Y si en la noche hay algo
queriendo amanecer
Es simplemente un hombre
que besa a una mujer.
se abrirá una ventana
O una puerta cualquiera
de una calle lejana.
No importa donde o cuando...
puede ser donde quiera
Ni menos en otoño,
ni más en primavera.
Y hoy igual que mañana,
mañana igual que ayer
Un hombre enloquecido
besará una mujer.
Tal vez nadie lo sepa...
Como tal vez un día
Todos irán sabiendo
lo que nadie sabía.
Y para los amantes
su amor desesperado
Podrá ser un delito...
pero nunca un pecado.
Por eso el amor pasa
por las calles desiertas
Y es como un viento loco
que quiere abrir las puertas
Bien saben los amantes
que hay caricias que son
No una simple caricia
sino una posesión.
Y que un beso... uno solo
puede más que el olvido
Si se juntan dos bocas
en un beso prohibido.
No, un gran amor no es grande
por lo mucho que dura
Si se parece a un árbol
reseco en la llanura.
Y los amantes saben,
que sin querer siquiera
Hay un amor que crece
como una enredadera
Es natural que el agua
de un estanque sombrío
Sueñe en sus largas noches
con el viaje de un río.
Y si por algo es triste
la lluvia que no llueve
Será porque es la lluvia
condenada a ser nieve.
Es natural que un día
comprendan los amantes
Que no hay nunca sin siempre...
que no hay después sin antes.
Y así brota en el alma
la rebelión de un sueño
Que es como un perro arisco
que le gruñe a su dueño.
El amor... esa estrella
de una sombra infinita
Aunque muera cien veces...
cien veces resucita
Y suele ser un niño
de manos milagrosas
Que rompe las cadenas
y hace nacer las rosas.
Ya no habrá días turbios...
ya no habrá noches malas
Si hay un amor secreto
que nos presta sus alas.
Y el corazón renace
con renovada fe
Igual que los rosales...
que no saben por qué.
Donde quiera en las noches,
puede abrirse una puerta
Pero... tan suavemente
que nadie se despierta
Puede ser en otoño...
puede ser en verano
Tanto un amor tardío...
como un amor temprano.
Una mujer... un hombre...
y un oscuro aposento
Y allá afuera en la calle...
sigue pasando el viento.
Y si en la noche hay algo
queriendo amanecer
Es simplemente un hombre
que besa a una mujer.
Canción de los amantes
José Ángel Buesa
José Ángel Buesa
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José Angel Buesa. Canción de los amantes
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