Pompeya, siglo I d.C
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El rapto de Europa
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Biblos, siglo III d.C
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El caprichoso dios Zeus, Júpiter en la mitología romana, enamorado de la princesa fenicia Europa se transformó esta vez en un toro blanco con el propósito de seducirla para después raptarla.
Europa, descendiente de la princesa transformada en una ternera Ío, se encontraba con su séquito junto a la playa recogiendo flores cuando vio al hermoso toro blanco mezclado en la manada de su padre. Se acercó a él para acariciarlo y viendo que era manso se subió en su lomo, momento en el que Zeus aprovecha para salir corriendo hacia el mar y nadando con ella sobre él llegar a la isla de Creta donde le revela a la princesa su auténtica identidad.
Bajo un platanero la posee naciendo de esta unión tres hijos llamados Minos, Radamantis y Sarpedón y cuenta la leyenda que desde entonces el árbol cuyo fruto es el plátano es de hoja perenne.
Antes de su regreso al Olimpo, Zeus le dio a Europa tres regalos: Talos, un autómata de bronce que guardaba las costas de Creta contra todo desembarco extranjero. Laelaps, un perro que nunca soltaba a su presa y una jabalina que nunca erraba.
Tras desposar a Europa con el rey de Creta Asterión que adoptó a los hijos nacidos del dios y convertirla en Reina de Creta, Zeus recrea en el firmamento la forma de un toro blanco, creando a la que en la actualidad se conoce como la Constelación de Tauro.
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Jean Cousin el Viejo. El rapto de Europa, 1550
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Tiziano. El rapto de Europa, 1560-1562
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Paolo Veronés. El rapto de Europa, 1580
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Peter Paul Rubens. El rapto de Europa, 1628-1629
* Copiado por Rubens en Madrid en 1628, en su segunda visita a España
del original que Tiziano había hecho para Felipe II
* Copiado por Rubens en Madrid en 1628, en su segunda visita a España
del original que Tiziano había hecho para Felipe II
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Rembrandt. El rapto de Europa, 1632
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Peter Paul Rubens. El rapto de Europa, 1636
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Guido Cagnacci. El rapto de Europa
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Giovanni Battista Tiepolo. El rapto de Europa, 1725
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Francesco Zuccarelli. El rapto de Europa, *detalle
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Gustave Moreau. El rapto de Europa, 1869
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Henri Matisse. El rapto de Europa, 1929
Fernando Botero. El rapto de Europa
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Alexander Sigov. El rapto de Europa
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Júpiter y Europa
*fragmento
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Ninguna amenaza en su frente, ni formidable su luz:
paz su rostro tiene. Se admira de Agenor la nacida
porque tan hermoso, porque combate ninguno amenace,
pero aunque tuvo miedo de tocarlo, manso, a lo primero,
pronto se acerca y flores a su cándida boca le extiende.
Se goza el amante, y mientras llegue el esperado placer,
besos da a sus manos; apenas ya, apenas el resto difiere,
y ahora al lado juega y salta en la verde hierba,
ahora su costado níveo en las bermejas arenas depone.
Y poco a poco, el miedo quitado, ora sus pechos le presta
para que con su virgínea mano lo palme, ora los cuernos, para que guirnaldas
los impidan nuevas. Se atrevió también la regia virgen,
ignorante de a quién montaba, en la espalda sentarse del toro:
cuando el dios, de la tierra y del seco litoral, insensiblemente,
las falsas plantas de sus pies a lo primero pone en las ondas;
de allí se va más lejos, y por las superficies de mitad del ponto
se lleva su botín. Se asusta ella y, arrancada a su litoral abandonado,
vuelve a él sus ojos, y con la diestra un cuerno tiene, la otra al dorso
impuesta está; trémulas ondulan con la brisa sus ropas.
paz su rostro tiene. Se admira de Agenor la nacida
porque tan hermoso, porque combate ninguno amenace,
pero aunque tuvo miedo de tocarlo, manso, a lo primero,
pronto se acerca y flores a su cándida boca le extiende.
Se goza el amante, y mientras llegue el esperado placer,
besos da a sus manos; apenas ya, apenas el resto difiere,
y ahora al lado juega y salta en la verde hierba,
ahora su costado níveo en las bermejas arenas depone.
Y poco a poco, el miedo quitado, ora sus pechos le presta
para que con su virgínea mano lo palme, ora los cuernos, para que guirnaldas
los impidan nuevas. Se atrevió también la regia virgen,
ignorante de a quién montaba, en la espalda sentarse del toro:
cuando el dios, de la tierra y del seco litoral, insensiblemente,
las falsas plantas de sus pies a lo primero pone en las ondas;
de allí se va más lejos, y por las superficies de mitad del ponto
se lleva su botín. Se asusta ella y, arrancada a su litoral abandonado,
vuelve a él sus ojos, y con la diestra un cuerno tiene, la otra al dorso
impuesta está; trémulas ondulan con la brisa sus ropas.
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Las Metamorfosis
Libro II
Ovidio
.Ovidio
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