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Pon en mi triste vida,
una gota de amor,
una gota de néctar,
de tus labios en flor;
pon en mi vida paria,
la sombra de tus ojos,
y deshoja,
las dalias,
de tus castos sonrojos.
Que nunca llegue la hora del olvido,
que nunca venga la desilusión;
que nunca suene el último latido,
de nuestro aventurero corazón.
Que nada empañe tu cielo pagano,
que mi alma riegue flores en tu altar;
y que las gotas de tu amor profano,
sean el mejor licor para olvidar.
Agustín Lara
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