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domingo, mayo 02, 2010



Caminar, caminar y tropezar, sentir en el aire,
embebido de hollín y de azahares,
una extraña mezcla de vida y de muerte.
Voltear una sonrisa en el camino
donde se cosechan las lágrimas.
Mutilar un eclipse con anteojos de sol en el alma.
Caminar, avanzar mientras te rompes las uñas,
con las piedras del sendero que trazaste,
sin prevenir los desatinos de las controversias
y el sometimiento de lo absurdo y lo mundano.
Caminar, caminar sin encontrar, en la búsqueda improlija,
el bifurcado espejo que te puso ante la vida.
Trepar por los rincones
donde se esparcen los abismos y cantan los crespines,
la leyenda de un suelo lejano, donde el zupay
gobierna su salamanca, poblada de brujas y de duendes.
Caminar en el hechizo de lo incierto
y un bocado de ansia entre los dientes.
¿Qué puede pretender un errabundo?
¿Qué puede pretender la anarquía de un poeta?
¡La razón se deshizo
en los dedos de mis pies inquietos,
de mi corazón anclado en espejismos!
¡Busco los inciensos que aromaron
la magia absurda de mis ángeles poblanos
Intento vivir entre los surcos,
donde las semillas imploran el agua,
y la lluvia se burla de los pétalos que destroza su granizo.
Caminar, mirar las manos estiradas del mendigo
y hurgar en el bolsillo solo oquedad y miseria.
Sentir a cada paso el dolor de los dolidos,
la exclusión de los indigentes,
la ambición de un puñado de bastardos,
que cuelgan carteles de justicia,
en el estómago flaco del hambre y la cultura.
Caminar, cansado, herido, agotado,
sin querer hacerlo, sin tener más que hacer
y sentirme entre la niebla gris de la existencia,
claudicar como un grano de arena ante las olas.
Caminar hasta que se acabe ya el camino,
o el camino que conduce hasta mi ser
Caminar entre historia de reyes, arquitectos y matanzas,
en la lujuria detallada de la blasfema y la soberbia
de cinco siglos de tormentos memoriosos.
Cerrar los puños impotentes, apretar los ojos
conteniendo en ellos las rocas milenarias de los templos.
Entender que nada es distinto,
sentarme a la vera del mar
mientras los peces flotan inertes
y llorar con lagrimas contaminadas
sobre los musgos negros de la vida.

1 comentario:

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Que belleza...me encanta tu sentido tan profundo de la vida...eres muy buena...en serio...un abrazo muy fuerte de azpeitia