viernes, diciembre 30, 2011
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Feliz Año 2012
miércoles, diciembre 28, 2011
"Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería.
Son mis leyes, el deshacer entuertos,
prodigar el bien y evitar el mal.
Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía,
Son mis leyes, el deshacer entuertos,
prodigar el bien y evitar el mal.
Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía,
y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil.
¿Es eso, de tonto y mentecato?."
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Gustave Doré. Don Quijote de la Mancha
martes, diciembre 27, 2011
viernes, diciembre 23, 2011
miércoles, diciembre 21, 2011
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Artista del mes...
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Autorretrato, 1887
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Vincent Van Gogh
Zundert, Países Bajos, 1853
Auvers-sur-Oise, Francia, 1890
Auvers-sur-Oise, Francia, 1890
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Campesina con gorro oscuro, 1885
Lechos de tulipanes, 1883
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Dos ratas, 1884
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Campesina con gorro oscuro, 1885
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Campesina pelando patatas, 1885
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La Cortesana u Oiran después de Kesai Eisen
Ciruelo en flor después de Hirosighe
Cuatro girasoles cortados, 1887
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Paisaje en Dusk, 1885
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Autorretrato con sombrero negro, 1886
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El molino de la Gallete, 1886
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Estudio de desnudo de una niña, 1886
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Retrato de una mujer, 1886-7
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Autorretrato, 1887
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Retrato de Père Tanguy, 1887
.La Cortesana u Oiran después de Kesai Eisen
Serie japonesa, 1887
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Serie japonesa, 1887
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Puente en la lluvia después de Hirosighe
Serie japonesa, 1887
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Un par de zapatos, 1887
.Cuatro girasoles cortados, 1887
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Mujer desnuda acostada, 1887
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Naturaleza muerta con absenta, 1887
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Eugène Boch, 1888
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Jardín con flores, 1888
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Joven con gorra, 1888
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El jardín en otoño, 1888
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La arlesina, 1888
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La noche estrellada sobre el Ródano, 1888.
La sala de baile de Arlés, 1888
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La silla de Gauguin, 1888
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Retrato de la madre del artista, 1888
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Paseo en Arlés, 1888
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Agustina Roulin, la mujer que mece la cuna. 1889
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Trigo al amanecer, 1889
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Piedad después de Delacroix, 1889
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Angel después de Rembrandt, 1889
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El doctor Paul Gachet, 1990
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El buen samaritano después de Delacroix, 1890
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Muchacho con Aciano, 1890
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Van Gogh Vincent
lunes, diciembre 12, 2011
Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.
Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya se deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.
Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;
pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón...
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tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.
Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya se deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.
Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;
pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón...
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José Angel Buesa. Amor tardío
domingo, diciembre 11, 2011
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Michael Nyman. The Sacrifice
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
Mario Benedetti
El Otro Yo
El Otro Yo
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Mario Benedetti. El Otro Yo
sábado, diciembre 10, 2011
Posesión de tu nombre,
sola que tú permites,
felicidad, alma sin cuerpo.
Dentro de mí te llevo
porque digo tu nombre,
felicidad dentro del pecho.
«Ven», y tú llegas quedo;
«vete» : y rápida huyes.
Tu presencia y tu ausencia
sombra son una de otra,
sombras me dan y quitan.
¡Y mis brazos abiertos!
Pero tu cuerpo nunca
pero tus labios nunca,
felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.
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Pedro Salinas. Posesión de tu nombre
jueves, diciembre 08, 2011
María Alejandra Corbalán. Contemplación
Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz, te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz, voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano, porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fábula, y los gestos, esa arquitectura de la nada, encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es también la luna y el espejo, busco esa línea que hace temblar a un hombre en una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.
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Julio Cortazar. Te amo por ceja...
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